Brigitte Fassbänder «pinta» a Brahms

Una bienvenida reedición – original de 1982 – que reverdece los laureles de una mezzosoprano quizás no siempre apreciada como merece.  Si algo eclipsada por predecesoras ilustres como Christa Ludwig (1928) y Janet Baker (1933), la berlinesa Brigitte Fassbänder (1939) da aqui cátedra de interpretación brahmsiana. Y es tal la consubstanciación con el material que hasta parece haberlas compuesto; Fassbänder “habla cantando”, no se puede pedir más.

A la expresividad arrolladora, al acento justo, la pausa exacta, al balance ideal entre texto, música y drama, Fassbänder  toma sabia distancia para ser la narradora por excelencia o la que sabe pintar con amplias pinceladas el pathos más íntimo. Su enfoque desafiante y urgencia musical evocan al expresionismo alemán, a las imágenes de Ernst Ludwig Kirchner, Max Beckmann y Emil Nolde. Son esos brochazos expresivos su marca de fábrica, brochazos nunca excesivos ni indulgentes porque brotan como parte integral de la gama cromática de su voz, basicamente de mezzo lírica.

Su instrumento rico y esmaltado tampoco da treguas o concesiones, hay un toque rebelde, casi salvaje, tormentoso – definitiva y apropiadamente «brahmsiano» – y una libertad y abandono que podría confundirse con desprolijidad en su vibrato a veces demasiado amplio y algún desborde más cerca de la ópera que del lied. No es un reparo, son sus elementos y los convierte en hallazgos.

En Fassbänder hay una búsqueda compartida con el oyente, reflejado en el asombro que evidencia en Die Mainacht o O kühler Wald, en la ganadora simpleza de unas Deutsche Volkslieder diametralmente opuestas a la sofisticación de una Elisabeth Schwarzkopf.  Y si hay humor,  no apela a la exageración fácil sino al comentario sutil.  En Über der Heide y An eine Äolsharfe brinda lecturas antológicas, con una variedad de matices y estados de ánimo reveladores. Las célebres dos canciones del Opus 91 para alto y viola pueden haber acogido a voces mas suntuosas, pero dificilmente han sido más convincentes entramadas con la soberbia viola de Thomas Riebl y el piano de Irwin Gage, exacto e imaginativo partenaire del resto del recital.

Al final de este demasiado breve Liederabend (50 minutos), un Von ewiger Liebe que bien podría actuar como emblemática declaración de amor a Brahms. Con frescura y espontaneidad dignas de ser tomadas en cuenta por la fría «perfección» de la generación actual, cada una de las dieciocho canciones del programa reclaman nuevas visitas con la promesa de revelar nuevas facetas y volver a sorprender.

Como hiciera con Frauenliebe und Leben, Schwanengesang, Winterreise o aquel fenomenal Goethe-Schubert Lieder que grabó para Sony;  Brigitte Fassbänder marca otro hito con estas «pinturas» tan personales como prodigiosas, y en todos caso, esencialmente brahmsianas. Para atesorar☼

LIEDER, BRAHMS, FASSBÄNDER, ACANTA 233493