Anja Harteros, como las de antes…

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De tan bajo perfil que ni pagina web tiene pero con una batería de recursos a toda prueba, Anja Harteros es una grande por mérito propio. Una soprano jügendlich-dramatisch jalonada con una trayectoria impecable que no necesita de redes sociales, escándalos y otras yerbas del funesto coctel actual que implica el ser famoso a toda costa, incluso del arte supuesto a servir como humilde esclava. Con Harteros, la música es lo que cuenta, ni siquiera tiene que hacer gala de ello. Hace unas décadas cantantes de su estirpe eran la flor, nata y privilegio de los ensembles de grandes casas de ópera; como aquellos hoy parecen extinguidas. La bella greco-alemana remite a ilustres antecesoras Mittel-Europa como Maria Cebotari, Elisabeth Grümmer, Lisa della Casa, Maria Stader o Sena Jurinac capaces de abarcar un repertorio que incluya Mozart, Handel, Verdi, Strauss, Puccini y Wagner. Es destacadísima Tosca, Elisabeth, Elsa, Elettra, Fiordiligi, Eva, Alcina, Leonora, Elisabetta, Arabella, Maddalena, Agata, Amelia, Desdemona, Mariscala…

Prueba de su responsabilidad como cantante es que recién a los 49 años acaba de debutar como Isolda, al límite de su capacidad vocal; lo hizo junto a su compinche Jonas Kaufmann a quien une química escénica incontestable y como era de esperarse, la suya fue una asunción lírica al máximo, diríase belcantista, lejos del acerado heroísmo de otras grandes del papel. En esa misma vena y en este buen momento de su carrera madura presenta este compacto admirable acompañada excelentemente por Gergiev con la orquesta filarmónica de la ciudad donde actúa mas frecuentemente, Munich, su hogar artístico.

Harteros no se anda con medias tintas ni descubrimientos anecdóticos o exhumaciones ignotas, se mete de lleno con un repertorio grabado, y muy bien, hasta el hartazgo para un desafío del que emerge triunfante, algo que merece destacarse. Grabar las Wesendonck Lieder de Wagner, las Siete Canciones Tempranas de Alban Berg y las Ruckert Lieder de Mahler representan cumbres de cada compositor respectivo y el resultado obtenido convence plenamente. Son lecturas frescas, sin artificio, genuinas, con grandes dosis de lirismo.

No se está frente al terciopelo de una Norman o Ludwig, ni la sensualidad de Fleming o la caricia de Baker o von Otter, muy por el contrario Harteros se planta como soprano esmaltada, un esmalte brillante y multicolor, con vibrato en instancias amplio, quizás operístico, y un dominio absoluto del material. Actúa abandonada a la expresión de cada frase con infalible legato hallando su mejor momento en las Wesendonck donde fascina sin vuelta de hoja, no quedan atrás las tempranas de Berg, inquietantes, y Mahler, bellísimas, es decir poco ya que Harteros siempre encuentra una sutil vuelta de tuerca.

Vale destacar que aparte de la generosidad de medios y eximia musicalidad sorprende la absoluta falta de amaneramientos, hoy por hoy una plaga difícil de erradicar. Harteros, simple y misteriosa a la vez, es una cantante «como las de antes» que demuestra una honestidad artística a premiarse con un rotundo Bravo!.

*WAGNER, BERG, MAHLER, ORCHESTERLIEDER, HARTEROS, MP, GERGIEV, WARNER 746935760182