Entre Beethoven y Piazzolla, la magnífica obsesión de Sebastián Forster

 

“A medida que crezco, las experiencias vividas se traducen a mi mensaje como intérprete, como si se tratara de una “biblioteca de sensaciones” a la que apelo para enriquecer cada lectura. A la vez, crece mi obsesión por la fidelidad hacia la partitura, por remitirme al pedido estricto del compositor y poder ser libre a partir de ese lugar”

Así se define el pianista argentino Sebastián Forster (35) que después de haber saltado a la fama muy joven decidió madurar de un modo inusual para una generación, la suya, tan apremiada por el éxito: enseñar en la cátedra que le ofrecieron en la Piano School of New York y desafiarse con la grabación integral de las 32 sonatas de Beethoven para el sello Magnatune, que en edición online viene superando en popularidad a grandes de la música popular.

“Es un fenómeno que no me sorprende, si mi álbum Beethoven estuvo primero durante un mes en el ranking compitiendo con todos los rubros hay un motivo: la confirmación de la eterna vigencia de la música etiquetada “clásica”. No es casualidad, llega a lo profundo porque toca los temas que a todos conmovieron, conmueven y conmoverán. Y porque también cala hondo en la problemática de la juventud, muchísimo más de lo que se cree. Si la música clásica no es más popular, se debe a que sufre de pésimo marketing, hay que cambiarle el enfoque y brindarle acceso a los jóvenes”

Este nieto de polacos que escapando de la hecatombe que se avecinaba en Europa hallaron refugio en la próspera Argentina de la década del treinta, ha recalado en Estados Unidos, donde reside desde 2004, donde ha formado una familia y donde siente que encontró el lugar ideal para crecer y proyectarse en todo sentido.

El reencuentro con mi tocayo se produce años después de haberme desempeñado como corresponsal extranjero para la Revista Clásica argentina de la que  Sebastián fue portada y disco del mes en el comienzo de su carrera en 1997. No fue Beethoven, sino Mozart y su Concierto 23 el que cambió su vida cuando ganó el Concurso del Mozarteum Argentino que le posibilitó actuaciones europeas en salas como el célebre Concertgebouw de Ámsterdam “Después de ese momento mágico, tuve la fortuna de tocar Beethoven con orquestas alemanas, Liszt con orquestas húngaras, Rachmaninoff con orquestas rusas, Mozart con orquestas austríacas y Piazzolla con orquestas argentinas ¿qué más puedo pedir?”.

Una anécdota de infancia lo marcó para siempre , “Mi padre quería que jugara al fútbol y yo sólo quería tocar el piano, ¡no me interesaba la  pelota sino el piano! – exclama vehemente – y entonces apareció Astor Piazzolla,  gran amigo de papá que se transformó en mi cómplice providencial…. Papá y Astor salían a navegar, a «cazar» tiburones y yo me colaba en el barco. Cuando  vió el pianito en el que yo tocaba lo conminó  “Si no le comprás un piano de veras a tu hijo no te acompaño mas”. Ahí nomás  fuimos juntos a elegirlo. Un momento inolvidable y crucial. Comprobar cómo su fama crece día tras día me  alegra y conmueve. Hablar de Astor es hablar de un prócer de mi vida y del perfume de Buenos Aires que él captó como nadie. En admiración y agradecimiento fui fundador del trío de la Fundación Piazzolla, con el que tocamos en Europa y Argentina”.

Entre Piazzolla y Beethoven se instalan otros favoritos: Bach, Brahms, Chopin, Liszt, Mozart, Ginastera… “Son como de la familia, no se puede querer más a uno que a otro” y al preguntarle por sus pianistas preferidos nombra a “Vladimir Horowitz allá arriba en la lista y Claudio Arrau, Sviatoslav Richter y también Pollini; cada uno incomparable en algún renglón…como el Bach de Glenn Gould o el Chopin de Evgeny Kissin” y no deja de enorgullecerse con sus colegas argentinos “Por supuesto Martha Argerich, Daniel Barenboim y Nelson Goerner. Tengo especial admiración por Bruno Gelber, un artista completo que crea milagros al tocar”.

Con la mención Gelber, notable beethoveniano, menciona a su maestro Aldo Antognazzi que fuera discípulo de Arturo Benedetti-Michelangeli y el protagonismo de Beethoven, que lo acecha, persigue y obsesiona en su vida.  Hace tres años, comenzó la ascensión al Everest del piano, la grabación de las 32 sonatas “Las estoy grabando en orden cronológico y a medida que avanzo descubro y compruebo cómo en Beethoven  toda aseveración se agiganta, cómo cada sentimiento se potencia a niveles inauditos, diría que, por ejemplo, en Beethoven la ternura se transforma en algo así como macro-ternura”. La edición ocupará nueve CD añadiéndose un décimo donde a título personal ( «Es una total sorpresa») explorará la conexión entre Beethoven y Piazzolla.

Concluida la grabación de las sonatas (“Una de las razones por las que me gusta tanto grabar es que otorga el tiempo necesario para hallar ese color e intensidad únicas que busco como artista. Huyo del tecnicismo extremo, de los fuegos artificiales, de los acróbatas del piano que se tragan el milagro de la música.”), Sebastián Forster planea una gira mundial para fines de la temporada 2011-12, una que completará el círculo de este sueño hecho realidad y que, como no podía ser de otro modo, se llamará  Magnífica obsesión ☼

Sebastian Spreng©